Diez vitaminas para potenciar a nuestra Familia
Estamos transcurriendo el Año Internacional de la Familia propuesto por el Papa Francisco. Es una gran oportunidad para resaltar la belleza de la familia, magnífico invento de Dios donde cada persona nace y se desarrolla. La familia ha sido nuestra cuna y puede ser un trampolín.
En estas líneas, proponemos diez vitaminas para potenciar a nuestra familia, el equipo más importante del que formamos parte. ¿Estás listo? Son diez actitudes, que cada integrante puede adoptar libremente por el bien del equipo. No se trata de aprender inglés en dos semanas, sino de abrir horizontes de crecimiento.
La capitanía la tienen los padres, cuyas dosis de vitaminas han de ser altas. Pero también cada hijo puede ser un jugador trascendente, de esos que ayudan a defender un resultado o conquistar una victoria.
- Disponibilidad. No somos creíbles si decimos que nuestra Familia es lo más importante y luego no le dedicamos horas. ¿Acaso no tenemos tiempo? Todos lo tenemos, pero es una cuestión de prioridades. Tal vez haya que hacer algún recorte a actividades de menos trascendencia, como participar en las redes sociales, ver televisión, la práctica excesiva de algún deporte, etc. Nadie nos obliga a hacer recortes; estos nacen del ejercicio responsable de nuestra libertad.
- Escucha activa. ¡Qué gran virtud es saber escuchar! Los padres hemos de escuchar atentamente el ritmo de nuestro trote, detectando en ese sonido algún desperfecto personal. Pero sobretodo, nuestra escucha activida beneficiará a nuestros hijos. Que tengan la confianza y la alegría de contarnos sus pequeñas batallas, con resultados desiguales.
- Coherencia de los padres y autoevaluación de los hijos. Los padres que viven lo que enseñan adquieren autoridad moral. También pueden promover en sus hijos una sana autoevaluación. A medida que van madurando, podemos incidir en la formación de su conciencia. Un modo es proponerles que se pregunten: ¿Por qué me comporté así? ¿Por qué me enojé? ¿Por qué me cuesta tal cosa?
- Tener y demostrar esperanza. La esperanza en cada hijo, que es una bendición y contiene en sí muchísimas potencialidades. Esperanza en el propio cónyuge, aceptando sus limitaciones. Conviene detectar también un posible cansancio en quien corre a nuestro lado, o en nosotros mismos. Todos nos podemos hundir en el desánimo y la falta de esperanza. Al final, la verdadera esperanza es un regalo de Dios.
- Aceptar nuestras limitaciones. Conocerlas y conversar sobre ellas. Pueden ser de diversa índole: económicas, alguna enfermedad, algún evento desafortunado. Nadie es perfecto. En cualquier caso, para mejorar cualquier cuestión debe antes aceptarse radicalmente la verdad.
- Reconocer el bien. Agradecer, felicitar, decirle al otro cuánto lo queremos. Todas estas acciones implican poner en palabras el bien, y por ende, reafirmarlo, conducirlo y acrecentarlo. No reconocer lo bueno que han hecho los demás, es perder una oportunidad en la familia. Festejar lo bueno, reconocer aciertos, es un estímulo tanto para los hijos como para los propios cónyuges.
- Estimular la autonomía personal. Esto significa respetar la libertad de cada miembro del equipo. Si bien la familia es una unidad, cada uno es una persona individual, única e irrepetible. Dar autonomía y hacer crecer a cada hijo no es tarea sencilla. Requiere manejar los tiempos de cada uno, sin apresurar ni caer en la pasividad.
- Diseñar un proyecto personal. Los cónyuges deben respetar los proyectos de cada uno y los talentos de los hijos. Con realismo, porque no siempre se puede todo lo que se quisiera. Se trata de armonizar la vida de cada uno e integrarla a la vida familiar.
- Soñar. Uno de los peligros de saber dónde estamos parados es que los riesgos y desafíos nos abrumen. Puede ocurrir. ¡No perdamos el ánimo! Nuestros sueños son la forma que tenemos de elevar el horizonte y de enriquecer nuestra propia vida. Vivir es aspirar, ilusionarse. Es tener un poco de don Quijote y otro poco de Sancho Panza. Si tan solo nos conformamos con aceptar la realidad, nunca la cambiaremos. Hace falta que imaginemos soluciones, proyectemos crecimientos y desarrollemos oportunidades.
- Fomentar la Amistad. La amistad es personal, pero también podemos tener familias amigas. Es sano ver concreciones diversas para ideales semejantes. Aliémonos con otros equipos, corramos junto a ellos, conversemos acerca del camino mismo.
El Año Internacional de la familia es una buena oportunidad para pensar en la nuestra. Las diez vitaminas que esbozamos pueden ser útiles para conducir con sabiduría nuestra familia. No son recetas mágicas, cada una requiere que la rumiemos y la hagamos propia, sin apurar los tiempos. De estas diez, acaso nos sirva una o dos. Pueden ayudarnos a reafirmarnos en cuestiones conocidas o ajustar mejor el rumbo del barco.
Desde nuestra concepción cristiana de la familia, los primeros protagonistas en la educación de sus hijos, son los padres. Apdes es un colaborador y un aliado estratégico en esta apasionante aventura. Una educación de calidad requiere que padres e institución compartan valores y principios educativos. Es por esto que en Apdes somos colegios de familias.
Colegio Portezuelo, Los Olivos y Jardín Platero
*”Una maratón familiar”, Fabián Camusso – Diego Campos ; Logos