¿Cariño… o sobreprotección?
Como padres, ¿criamos a “su majestad el bebé” o le damos los recursos que necesita para enfrentar situaciones difíciles? Sobre el “buen amor” y la sobreprotección conversamos con Maritchú Seitún de Chas en el Auditorio de Buen Molino. Una charla organizada para padres y madres con hijos entre 5 y 8 años.
En ocasiones los padres “amamos demasiado” y, cuando lo hacemos, perdemos la perspectiva y terminamos sobreprotegiendo. A veces, porque nos identificamos con nuestro hijo o hija y nos duele como si nos lo estuvieran haciendo a nosotros. Otras, porque no confiamos en sus recursos, o en nuestra capacidad para darle -o para haberle dado- los recursos que necesita para enfrentar situaciones difíciles. O quizás nos cuesta dejar de ser “salvadores”, y por lo tanto indispensables en sus vidas y trenzamos cadenas de “amor” que no les permiten levantar vuelo.
“Su majestad el bebé/niño” y las consecuencias que puede traer
Un bebé es nuestro amo y señor, no puede esperar, no podemos decirle “estoy cansada”, “ahora no”, “no puedo”, “resolvelo vos”. Pero con nuestro acompañamiento, sumado a algunos “no”, a unas cuantas esperas inevitables y también a algunas de nuestras fallas, ese bebé se va fortaleciendo y va pudiendo confiar, y entonces descubre que puede hacer por sí solo muchas cosas. ¡Y da gusto ver las sonrisas cuando lo logra!
“Amar ‘demasiado’ implica sobreproteger, hacer por nuestros hijos aquello que ellos ya podrían hacer solos. Esto ocurre, a veces, porque no confiamos en nuestra capacidad para enseñar ni entendemos el valor de acompañar los procesos. O no confiamos en su capacidad de aprender”.
Cuando, en cambio, nuestros hijos crecen y seguimos resolviendo todas sus dificultades, los chicos no desarrollan una sana confianza en sí mismos y en su capacidad de manejarse en la vida, o en otros casos conduce a que traten mal a sus padres cuando fallan en la tarea de complacerlos y evitarles dolores, esfuerzos, y frustraciones. Es que les hicieron creer que no iba a ocurrir… Además, difícilmente quieran crecer, porque hacerlo implicaría salir de ese lugar de total y absoluta disponibilidad de sus padres para convertirse en adultos autoportantes, y no solo no van a querer, sino que tampoco van a saber cómo hacerlo.
¿Cómo contribuir a criar hijos fuertes?
En condiciones ideales, a medida que crecen vamos retirándonos. De las peleas entre hermanos, de las discusiones con papá o con mamá, y cuando vienen a contarnos algo que les pasó —en el recreo, en la calle, en el club— hacemos preguntas inteligentes que los ayuden a pensar, de modo que ellos intenten resolver el conflicto solos.
Siempre queda tiempo para ayudarlos si la situación se pone más compleja de lo que pueden manejar. Así ellos van a ir armando su valijita de recursos para relacionarse con pares, maestros, entrenadores, en lugar de protegerse bajo nuestra ala sin siquiera haberlo intentado. No siempre les va a salir bien, pero con la práctica se irán fortaleciendo, enriqueciendo sus recursos personales, integrándose, aprendiendo a ser flexibles y a adaptarse a situaciones cambiantes, tolerando niveles de estrés crecientes y resolviendo, o despidiéndose con dolor, de lo que les habría gustado.
El “buen” amor de los padres
Nuestra presencia atenta, nuestro amor, nuestra escucha y comprensión, nuestra calma, nuestras preguntas -interesadas pero no asustadas ni preocupadas- los van a acompañar a afrontar por su cuenta las múltiples situaciones de la vida diaria, como por ejemplo que un docente los rete por algo que hicieron o que un amiguito no los invite a jugar.
El “buen” amor de los padres es incondicional, está disponible y también celebra la diferenciación, la iniciativa, la maduración, incluso que sus hijos se equivoquen y aprendan de los errores. Esa forma de amor da espacio para que todo esto ocurra: el buen amor confía en lo que ya hizo y en la creciente capacidad de sus hijos para desenvolverse en la vida.
¡Qué gran desafío para padres y madres encontrar la distancia óptima que respeta sin abandonar, que cuida sin sobreproteger ni asfixiar!
¡Gracias Maritchu Seitún de Chas por esta charla!
Maritchu es Lic. en Psicología (desde 1980) y especializada en orientación a padres. Integra y coordina los equipos de Psicología de Niñez y Adolescencia del Centro Médico Domingo Savio en San Isidro.
Organiza talleres para padres y una diplomatura para profesionales; da charlas en colegios y empresas.
Es colaboradora permanente del diario La Nación y columnista de las revistas Sophia y Tigris; es autora de varios libros de crianza y coautora con su hija Sofia Chas de la serie “Cuentos para crecer”.