El estrés adulto y su impacto en los niños
Compartimos este artículo de la Lic. Manuela Caminal sobre “El estrés adulto y su impacto en los niños” con algunas ideas para poner en práctica en casa.
¿Quién no quiere lo mejor para sus hijos?
Creo que la mayoría podríamos afirmar que ellos son fundamentales en nuestras vidas.
Sin embargo, querer lo mejor para ellos no significa siempre poder conseguirlo. La maternidad y la paternidad tiene sus altibajos con grandes desafíos, donde no todo resulta tan sencillo. Sabemos que los niños no vienen con un manual bajo el brazo y que acompañarlos y ayudarlos a crecer no es tarea sencilla.
En los tiempos que vivimos, se respira un ritmo intenso, de altas exigencias, un activismo que cuesta desacelerar, en muchos casos ambos padres trabajando fuera de casa, una sensación de correr y no llegar a nada, niños que están muchas horas fuera de su casa y con muchas actividades extraescolares. Estos podrían ser algunos ejemplos que hacen que en ocasiones nuestras elecciones diarias se dificulten y nos equivoquemos, ocasionando dificultades diversas en el acompañar a nuestros hijos día a día. Y esto se da no porque así lo queramos, sino porque no logramos tomar perspectiva y la corrida no nos deja ver muy bien .
Hoy cada vez más estudios confirman el impacto negativo que genera el estrés que viven los padres en la vida familiar, y en particular en los niños. Esto suena bastante obvio, pero reflexionar sobre este tema nos puede ayudar a ver dónde estamos parados y como podemos acompañar mejor a nuestros hijos, en una cultura donde el estrés es moneda corriente y a veces, no somos tan conscientes de su impacto en la salud mental.
Es importante aclarar que todos en diferentes situaciones de nuestra vida, atravesamos situaciones de estrés. El estres puede ser útil en ciertas ocasiones, pero vamos a ver ahora que no hay un sólo tipo de estrés que debemos aprender a gestionar.
Hay situaciones que generan diferentes dosis de estrés que son necesarias y nos ayudan a adaptarnos a los diferentes acontecimientos, como puede ser un cambio de trabajo, un primer día de clases para un niño, etc. Este tipo de estrés es normal y esperable y se define como estrés agudo, es el tipo de estrés más común y surge de las exigencias y presiones de acontecimientos próximos, significa que es temporario. En estos casos nuestro cuerpo crea una hormona llamada cortisol, que ingresa en el flujo sanguíneo y nos ayuda a regular muchas funciones naturales del cuerpo, en pequeñas dosis no es perjudicial porque no tiene suficiente tiempo en el cuerpo para causar daños importantes, pero es bueno saber que si experimentamos estres agudo con mucha frecuencia puede ser perjudicial para la salud.
Por otro lado tenemos el estrés agudo episódico, que son aquellas personas que tienen estrés agudo con gran frecuencia, sus vidas suelen ser bastante desorganizadas, siempre se encuentran apuradas, asumen demasiadas responsabilidades, y no pueden organizar la cantidad de exigencias autoimpuestas como tampoco las presiones externas. Suelen estar siempre agitadas, ansiosas, y tensas.Suelen aparecer dolores de cabeza fuertes, hipertensión, dolor en el pecho, por lo general requiere ayuda profesional. no suelen ser muy conscientes de estar viviendo este tipo de estrés, y suelen ser resistentes al cambio.
Ahora bien el estrés crónico es aún más grave, se produce por una dificultad continua en que puede representar una amenaza constante para la vida y que se da de manera permanente. La persona vive estresada y con cortisol en sangre casi permanente. Es un estrés agotador que desgasta a la persona y va enfermando al que lo padece y a cercanos. Suele ser difícil que la persona tome conciencia de su gravedad, su sistema inmune suele debilitarse. En cambio el estrés agudo al ser algo nuevo y temporario es más fácil de identificar. Podemos decir que es más probable identificar al estrés agudo que el crónico, y claramente las consecuencias son muy distintas en cada caso.
Esto nos puede ayudar a pensar que si a veces en nuestras casas se vive un estado de estrés continuo sin lograr gestionar las situaciones cotidianas, puede generar un gran impacto en nuestros hijos ya que ellos no tienen aún desarrolladas las habilidades para poder gestionar el estrés.
Recordemos, todo lo que no podemos decir, elaborar, gestionar desde las emociones es hablado por el cuerpo. El cuerpo expresa lo que nosotros silenciamos. La manera de expresarlos, en especial en los niños, es generando síntomas: rritabilidad excesiva, bruxismo, ansiedad, tics, llanto permanente, desatención, aislamiento, agresividad, cambios en el apetito, ataques de pánico, dificultades para conciliar el sueño, etc.
Nuestros hijos necesitan hacer una transición gradual y saludable hacia el mundo adulto, si les acortamos su infancia con las preocupaciones adultas corremos el riesgo que se transformen en niños infelices y estresados.
Para poder crecer, primero hay que ser niño. por eso como padres debemos ser conscientes de cómo gestionamos el estrés en casa.
Es bueno siempre aclarar que no a todos los niños las mismas situaciones estresantes le generan el mismo impacto por lo que es bueno contemplar, temperamento, carácter, habilidades.
Este artículo es una invitación a reflexionar sobre el impacto que nuestro estrés puede tener en nuestros hijos, en esa manera de tratarlos, esas conversaciones que tenemos frente a ellos, en como nos conectamos y vinculamos. Es ahí donde se juegan muchos aspectos de su personalidad y autoestima, por eso acá les dejamos algunas ideas:
- Si queremos que nuestros hijos sean capaces de resolver sus problemas, nuestro ejemplo les será de guía para aprender cómo atravesamos los nuestros.
- Si queremos que nuestros hijos disfruten y valoren sus trabajos tendrán que vernos a nosotros disfrutar y valorar el nuestro.
- Si queremos que nuestros hijos afronten los problemas tendremos que enseñarles que equivocarse es parte de la vida y que de los fracasos aprendemos más que de los éxitos.
- Que vayan aprendiendo, junto a nosotros, a que las cosas no salgan siempre como esperamos, que no siempre somos tan “efectivos” y que muchas veces será necesario volver a empezar una y otra vez.
- Tratar de salir del “modo enojo” y de vivir de manera intensa cualquier situación cotidiana.
- Que haya tiempo para jugar, mirarnos a los ojos, leer un libro, hacer una rutina tranquila sin corridas, reirnos juntos, mantener una conversación distendida.
Conclusión:
Los niños, en general tienen una gran capacidad de adaptación y aquello que tanto los afecta, si hay cambios dentro de la dinámica familiar positivos, logran reincorporarse con facilidad, asi que siempre estamos a tiempo.
Cuidemos su infancia, cuidemos nuestra salud mental para poder cuidar la de ellos, cuidemos nuestra familia para que ellos también aprendan a cuidarla y valorarla.
Podremos arrepentirnos de muchas cosas en nuestra vida, pero nunca de haber invertido tiempo de calidad y cantidad en nuestra familia, porque ahí está nuestro mayor tesoro, nuestra mejor inversión.