Adolescencia y Redes Sociales
Acompañar a los padres en el desarrollo personal de sus hijos es uno de los pilares fundamentales del proyecto educativo de Apdes. Durante este año, propusimos diferentes encuentros y talleres para padres con hijos transitando los primeros pasos de la adolescencia. Sin duda, es una etapa con grandes desafíos tanto para los padres como para los chicos.
Hace unos meses propusimos un taller de dos módulos a cargo de Cecilia Palavecino “De la Calma al Tsunami adolescente” .
El pasado 5 de octubre concluimos el ciclo de talleres y encuentros con la charla sobre Redes Sociales a cargo de Miguel “Tata” Morales diplomado en Orientación Familiar.
Compartimos algunas ideas y reflexiones de “Tata” sobre el uso de la tecnología y el inicio del uso de redes sociales.
Cuando son adolescentes, nace su intimidad, e intentan llamar la atención. Nos dicen “aquí estoy yo”, con conductas de mayor reclamo. Necesitan un cariño de mayor calidad, un amor desinteresado, donde solo cuentan ellos y no esos detalles que no nos gustan. Donde los queramos por quiénes son, no por lo que hacen. Quieren que les prestemos atención, aunque no les comprendamos al principio.
Cuando se sienten queridos y valorados, con el tiempo, mejoran sus actitudes. Hay que confiar, ver más allá de su conducta actual, para estimularlos a sacar lo mejor de ellos. También hay que enseñarles lo que es el amor verdadero, desde pequeños, de forma gradual, porque tienen una imagen deformada con lo que puedan ver en películas e internet. Enseñarles, sobre todo, con nuestro ejemplo, aunque no seamos perfectos, que vean que luchamos por mejorar, y que nos queremos. Al final, es el amor de los padres lo que ejerce una poderosa atracción sobre los hijos.
La base del “edificio” de su personalidad es el cariño y la confianza que les damos. La “estructura” de su personalidad se construye a base de hábitos y virtudes, animando a la constancia de terminar lo empezado.
Exigir “sin quebrar”, motivando, y animando a lograr lo mejor de cada uno.
El uso de la tecnología y los adolescentes
En este punto compartimos con Tata algunas ideas fundamentales.
Moderar el uso de las pantallas para que no invadan la vida familiar y que la comunicación no se vea afectada. El uso excesivo va en detrimento de la relación en pareja, y de los hijos. La tecnología debe estar al servicio de la persona. Que no nos transforme en “zombies”. Por eso, hace falta aprovechar las posibilidades que nos ofrece este medio, pero saber priorizar lo importante en cada momento. Y las personas lo son siempre.
No dejarlos solos en las tecnologías. Esto conviene hacerlo desde bien pequeños para guiarlos en este mundo digital; y así evitar que sean auténticos huérfanos digitales, que acceden a mucha información, pero no saben tamizar, filtrar o seleccionar.
Hace falta compartir ratos, “perder” el tiempo, teniendo unas normas claras que les señalen el camino en este campo. Pocas, pero claras. Y viviendo los valores, como hacemos en otros ámbitos. Por ejemplo, la prudencia y la moderación, la responsabilidad, la empatía y el autocontrol, la integridad, la fortaleza, la proactividad, para generar contenidos de calidad.
Es bueno buscar alternativas de tiempo libre en familia, en el campo, en el parque, con amigos. Los clubes juveniles son de gran ayuda, puesto que no solo adquieren más autonomía, algunas habilidades, realizan actividades, sino que ven valores humanos nobles como la amistad, el espíritu de servicio, de colaboración, de amabilidad, en personas de su edad. Aprenden a relacionarse y a tener en cuenta a los demás, a mostrar empatía y ayudar, a trabajar en equipo.
Cuatro coordenadas para el uso de la tecnología
- El tiempo es algo que debemos organizar según cada edad, y según qué días. Que sepan que lo establecemos como padres y no ellos; para que cuando quieran más independencia lo tengan claro.
- El lugar es importante: tiene que ser un lugar común donde pueda estar alguien de la familia. No en su habitación, donde se pueden aislar. Nunca poner una pantalla u ordenador en la habitación de los niños y si es necesario, siempre puertas abiertas.
- La compañía es fundamental: hay que estar con ellos desde pequeños para acompañar, dirigir, orientar, hablar, comentar. Así poder aprender con ellos y juntos. Es como decirles: “te dedico mi tiempo, mi cariño, ¡eres mucho más disfrutar importante que las tareas que tengo que hacer!” A veces, somos padres enganchados al móvil, y hay que ser conscientes de que vale más un abrazo, una sonrisa, un mirar a los ojos de las personas que más queremos, un atenderlas, qué ver fotos de “amigos” en las redes sociales. Además los hijos nos observan todo el día, y ¡nos copiarán!
- El contenido es de vital importancia. Pensar qué vamos a presentar a nuestros hijos, de acuerdo a la edad de cada uno. Respetar sus ritmos naturales, su inocencia, no querer quemar etapas antes de tiempo. Debemos ser los padres los que enseñemos a ser críticos con la información que cae en sus manos. No todo lo que hay en la red es cierto, ni mucho menos correcto. Ellos no saben cómo seleccionar: su cerebro no ha madurado todavía. Por eso, acompañar, hablar con ellos, guiar, animar a que pregunten todo lo que no entiendan. De todas formas, hay que darles criterios claros, especialmente, cuando van siendo algo mayores, y en vistas a la adolescencia. Que sean ellos quienes sepan cortar con algo que no es adecuado o que trate mal a las personas.
Nuestros hijos adolescentes necesitan que les queramos, que confiemos en ellos, que les animemos a esforzarse y a ver lo positivo de las cosas, que les digamos en qué son buenos para elevar su autoestima, para que sepan que son capaces de grandes cosas, que tienen gran energía en su interior.
La vida es una aventura maravillosa, y hay que luchar siempre para dar lo mejor de cada uno. Nada sale solo: todo requiere esfuerzo y perseverancia.