¿Cómo fomentamos una sana autoestima en casa?
¿Que es una sana autoestima?
La autoestima es una apreciación sobre el yo, basada en la idea que yo tengo de mi mismo y esta idea o concepto que tengo de mí, depende de mis capacidades, expectativas, conocimiento de capacidades y del establecimiento de expectativas. Tiene origen, en parte, en el entorno donde crecimos.
Desde una mirada cristiana también podemos pensar que una sana autoestima está en “sabernos amados por Dios primero y conocer esas habilidades y dones que nos regaló para ser capaces de realizar el plan que El pensó en nosotros”
Pero como padres, ¿podemos ayudar a nuestros hijos a crecer en una sana autoestima?
Es bueno saber que al principio los niños no tienen un verdadero y certero registro de lo que son y valen. Ellos se van conociendo, se van formando a través nuestro, de nuestras miradas, de nuestra forma de reaccionar, de nuestros pequeños gestos, de nuestro cariño, se conocen a través de lo que los padres les hacemos ver y aspiran a lo que nosotros como padres y su entorno, les hacemos entender que es bueno y adecuado. Pero esto no significa que como padre puedo moldear a mi hijo a mi gusto o semejanza, sino que nuestra responsabilidad consiste en ayudarlos a que se conozcan, conociéndolos, amarlos como son para poder ayudarlos a que desarrollen habilidades, ofreciéndoles oportunidades de aprendizaje donde puedan sentirse útiles, capaces, que pertenecen y que se los quiere incondicionalmente, no importa lo que hagan, no importa lo que sientan. Ese amor incondicional también les dará el fundamento de sentirse amados por Dios, ellos en parte conocen el amor de Dios a través nuestro amor hacia ellos.
¿Es tan necesaria la autoestima? Una sana autoestima es tan necesaria como el sistema inmunitario, proporciona resistencia, fuerza y capacidad para la recuperación. Aunque un sistema inmunitario no nos garantice la salud, nos ayuda a ser menos vulnerables a las enfermedades y a estar mejor equipados para recuperarnos en el caso de enfermarnos. En este caso pasa lo mismo con una sana autoestima, no impide que vayamos a sufrir ante las dificultades de la vida, pero nos hace más resilientes y nos prepara mejor para afrontarlas y superarlas.
Un niño con sana autoestima tendrá mayor capacidad para sobreponerse ante las dificultades y problemas que le emerjan.
Está claro que una sana autoestima no nos resuelve todo, no reemplaza el conocimiento o habilidades necesarias para actuar con efectividad, pero si aumenta la posibilidad de adquirir esas competencias.
Una sana autoestima es igual a una sana salud. No significa estar centrados en nosotros mismos, tampoco crear una imagen que no somos, sino aprender a trabajar nuestras limitaciones y fomentar nuestras fortalezas.
Una sana autoestima nos ayuda a vivir mejor, a trabajar mejor y a sentirnos mejor.
Ahora que tenemos algunos conceptos claros sobre lo que es la autoestima sana y lo que no es, vamos a indicar algunas estrategias de cómo podemos ayudar a nuestros hijos a crecer en una sana autoestima.
- Coherencia: Como padres es clave que nuestros hijos vean y respiren coherencia. Donde hay reglas claras , donde tenemos una vida emocional más a menos comprensible y predecible. Padres que intentamos hacer lo que decimos, y si no lo hacemos no lo decimos, y si nos equivocamos admitimos nuestro error y nos disculpamos sin muchas vueltas.Los niños que viven y respiran un clima coherente, donde hay límites claros tienen un buen entorno para desarrollar una sana autoestima. La capacidad de aceptar límites los ayuda a aprender aceptar su responsabilidad, que no da lo mismo todo, saber que los demás no siempre están a nuestra disposición y que las cosas no siempre salen a nuestro gusto y antojo. Límites pocos y claros.
- Cargar su tanque emocional: un niño ama de un modo inmaduro hasta que va aprendiendo, pero nuestro amor debe ser incondicional. “Enseñar a amar, amando” Conocer su idioma emocional, hay niños que necesitan del contacto físico, otros necesitan palabras de afirmación, o hacerles algún servicio o atención especial, pasar tiempo con ellos. Todos los niños necesitan un poco de todo, pero muchas veces se caracterizan por alguno en especial. Y esto nos ayuda a enseñarles a amar a los demás. Aprender esto de nuestro hijos nos abre un gran camino como padres y de cercanía para con ellos. Muchas veces los problemas de conducta vienen porque no se han sentido queridos, tienen una concepción errada de los demás, no se sienten tenidos en cuenta o capaces para poder hacer algo. Los niños no son sutiles cuando piden amor y atención. Suele pasar que los niños que se portan mal, son niños que no se sienten motivados o amados o no tienen sus necesidades básicas resueltas y no saben expresarlo de un mejor modo.Aprovechemos esos momentos de mal comportamiento no para intervenir y dar consejos, sino para, cuando vuelva la calma, conversar, validar, acompañar y ver la oportunidad de educar, de mostrar valores. Habiendo conectado emocionalmente previamente antes de corregir. Conexión antes de corrección.“Los niños son muy buenos observadores pero malos interpretadores”.
- Que los niños experimenten de lo que son capaces: Brindar oportunidades de aprendizaje. Una de las grandes formas que podemos ayudar a nuestros hijos a crecer en una sana autoestima es que ellos experimenten que pueden, de nada sirve que le digamos “qué bueno sos en esto, qué bien te sale esto, qué genio como lo vas hacer” si no los dejamos experimentar por sus propios medios. Si como padres estamos siempre queriendo proteger a nuestros hijos y hacerlo todo por ellos, les estamos cortando las alas para desarrollar una sana autoestima.Aprendiendo de las consecuencias naturales y lógicas de sus actos, aprendiendo que pueden y deben reparar el error o equivocación.
- No atacar la autoestima de nuestros hijos al corregirlos. Cuando corregimos ir a la conducta y no al niño.Describir el hecho y aclarar “no me gusta que pegues a tu hermano” “haciendo capricho no lo vas a conseguir”, “diciendo mentiras no vas a conseguir lo que querés”. No decimos “sos caprichoso” “sos peleador”, “sos mentiroso”.
- Centrarnos en las conductas positivas no en la negativas: La conducta de nuestro hijo puede ser un 85% positiva y un 15% negativa. ¿Pero en qué solemos fijarnos los padres? Está comprobado que si invertimos nuestra energía en ese 85% en vez del 15%, las conductas negativas suelen ir desapareciendo, aumentando las positivas, igual pasa a la inversa. Lo que vemos es lo que obtenemos. Centrarnos en las conductas positivas es más motivador para nosotros y para los adultos.
- Reorientar las malas conductas: Buscar los aspectos positivos de la conducta del niño, ayudarlos a reorientar su conducta hacia otra que sea útil
- Reparar el daño: Cuando un niño hace algo irresponsable, irrespetuoso es importante brindarle la oportunidad de reparar el daño, haciendo algo para compensar a la parte ofendida o reparando el objeto.
- Los niños necesitan, al igual que los adultos, aprender a ponerse metas y responsabilizarse de alcanzarlas, la falta de objetivos o metas perjudica la autoestima. Por ejemplo: metas sencillas como cumplir el encargo de la semana. Poner la mesa todos los medios días, juntar las hojas del jardín, ayudar al hermanito a terminar las tareas. Ayudar a mamá limpiar la galería. Transmitir expectativas altas, con respeto y realismo.
Y por último….
- Llenar ese tanque de combustible pasando tiempos y ratos especiales. El tiempo del amor no ocupa tiempo. A veces no tienen que ser grandes salidas sino esos ratos a solas donde ellos se sienten escuchados. En niños menores de 5 años, 30 minutos al día de calidad ayudan mucho. Proponernos sacar ese rato especial y ponerlo en la agenda. Y si alguna vez sale un helado de por medio buenísimo, pero sería un medio no un fin. Aprovechemos este tiempo que necesitan.
Nuestra tarea es darles herramientas y habilidades para que luego no seamos indispensables y que puedan no necesitarnos. No siempre será así, aprovechemos este tiempo aunque a veces nos resulte agotador. Busquemos y planifiquemos con lo que tenemos.
Seamos creativos y tengamos bien claro nuestro objetivo, ayudar a nuestros hijos a que sean independientes, libres, responsables y felices.
La autonomía es la base de la autoestima.
La personalidad humana se desarrolla y fortalece por medio de diferentes adversidades, podemos brindar un ejemplo de autoestima no por nuestra falta de fracasos sino por nuestra actitud de levantarnos ante las dificultades. Un buen ejemplo de padres con sana autoestima son ingredientes fieles para una sana autoestima en nuestros hijos.
Compartimos algunas de estas ideas que nos cuenta Manu en este video
Muchas gracias Manu Caminal, psicóloga especialista en disciplina positiva, por ayudarnos a trabajar con nuestros hijos para una sana autoestima!
Fuente de algunas de las ideas de este artículo. “Sentirse amado, sentirse capaz” de Iván Pitaluga.