CAPACES DE EXPRESAR EL AMOR
Todas las virtudes, hasta la más pequeña o insignificante, apuntan a un crecimiento en la comunión con los demás. Es cierto que, en la medida en que nos proporcionan un cierto dominio sobre aspectos particulares de nuestra persona, las virtudes (de virtus, fuerza) nos empoderan. Entrelazadas entre sí, nos hacen ser más verdaderamente nosotros mismos. Sin embargo, no persiguen una perfección individual, porque la felicidad, como decimos, nunca es un camino aislado. Las virtudes nos hacen capaces «de expresar el amor: ese amor precisamente en el que el hombre-persona se convierte en don y, mediante este don, realiza el sentido mismo de su ser» (San Juan Pablo II).
El colegio y las instituciones educativas acompañan de un modo muy concreto y activo en este crecimiento y formación en virtudes pero la familia es la principal protagonista.
Estar presentes, aprovechar las situaciones y desafíos cotidianos para poder plasmar los buenos hábitos que tiempo más tarde se irán transformando en virtudes.
LAS VIRTUDES EN LA EDUCACIÓN
Nos preocupa y nos ocupa la educación en virtudes de nuestros alumnos para ayudar a que sean hombres y mujeres que se inserten en nuestra sociedad para aportar lo mejor de sí mismos.
Queremos formar personas íntegras y profesionales competentes, esto comprende a todas las facetas del ser humano. Por eso, a la formación académica, se une el aprendizaje de las habilidades y competencias que están en la base de la felicidad y la realización personal.
El ejercicio de las virtudes humanas enriquece la vida intelectual y afectiva, para aprender a poner el corazón en su obrar y en su querer, en sus afectos y sentimientos, en las relaciones con los demás.
Somos conscientes de que antes de querer fomentar un buen hábito o buena conducta en nuestros alumnos, somos nosotros, primero los padres y los adultos referentes, los verdaderos inspiradores, que transmitiremos con el ejemplo esa virtud que queremos enseñar a nuestros hijos.
DESDE NUESTROS COLEGIOS
Estamos convencidos que acompañar en cada etapa a nuestros alumnos en el desarrollo y fomento de virtudes es clave para cimentar bases sólidas. Por eso, en cada nivel trabajamos sobre las virtudes con diferentes estrategias acordes a las edades.
Nivel inicial
Para este nivel desarrollamos nuestro Programa de Educación en Virtudes que brinda herramientas concretas y sencillas de la Disciplina Positiva para trabajar juntos jardín y familia.
Es un programa adaptado a la edad de cada niño en el que trabajamos diferentes virtudes cada mes. Cada virtud se presenta en forma de metas o consignas concretas fáciles de recordar que se trabajan durante todo el mes. Estas consignas se comparten con las familias para que puedan ejercitarlas también desde casa con herramientas de la Disciplina Positiva.
La Disciplina Positiva se fundamenta en una misma mirada, formar personas con habilidades para la vida y así poder tener más posibilidades de superación, de crecimiento y aprendizaje.
Como ejemplo de nuestro Programa, compartimos un video de Manuela Caminal, psicóloga especialista en disciplina positiva, conversando sobre la virtud del orden.
Nivel primario
Consideramos que la manera de formar la voluntad en estas edades es mediante la libertad y la responsabilidad. Teniendo esto en cuenta, durante toda la primaria los chicos van adquiriendo hábitos guiados por metas quincenales o mensuales.
Sabemos también que la voluntad tiende a la belleza, a la verdad y al bien. Es por esto que el desarrollo de virtudes y valores se realiza en todas las áreas utilizando como medio los contenidos y habilidades del trabajo de cada día. El equipo entero de cada grado es responsable de velar por el buen desarrollo de cada uno de los chicos.
Teniendo en cuenta que la voluntad, las virtudes y los valores se educan en el seno de la familia, sabemos que somos colaboradores con ellas y acompañamos a los padres en el crecimiento de sus hijos mediante tutorías, entrevistas y planes de mejora personal.
Los valores se adquieren en la convivencia y, por ende, en el colegio logran hacer habitual su desarrollo a través de los pequeños detalles del día a día con una educación a través del ejemplo, motivada y personalizada.
Nivel secundario
Si bien la mayoría de las virtudes se vienen trabajando desde los niveles inicial y primario, la adolescencia es un momento propicio para terminar de afianzarlas y adquirirlas. Desde los colegios, continuamos aprovechando todas las circunstancias que se presentan cotidianamente para seguir educando en virtudes: izamiento de la Bandera, clases, recreos, almuerzos, celebraciones. Se trata de que cada actividad que se lleve a cabo, esté inspirada en la vivencia o práctica de alguna virtud que pueda ser desarrollada.
También, las actividades complementarias planificadas, como viajes y campamentos, ayudan a la hora de educar en virtudes. Por ejemplo, formar en responsabilidad social (cuya virtud asociada es la generosidad), es un objetivo prioritario en nuestro proyecto educativo. Con los más grandes, se introducen actividades que promuevan la interacción con terceros fuera del entorno familiar, o con diferentes instituciones dedicadas a satisfacer diferentes necesidades sociales reales.
Para fomentar la práctica de la virtud de la generosidad, los colegios realizan un viaje solidario con los alumnos de los últimos años en el que se involucra toda la comunidad educativa. Lo importante de esta actividad es que también promueve el desarrollo de otras virtudes, como el compañerismo, perseverancia, reciedumbre y fortaleza, entre otras.
¿Cómo impacta en los alumnos vivir la virtud de la generosidad?
Estas ocasiones impactan en nuestros alumnos que pueden salir de sí mismo, porque procuran hacer felices a los demás, dando principalmente cariño y tiempo, más allá de las cuestiones materiales.